Esta semana dos circunstancias me han ido llevando al turismo de IV generación, una modalidad de turismo que esta surgiendo y que muestra las nuevas tendencias de un grupo de gente que anda buscando otras demandas en su tiempo de ocio. Básicamente estámos hablando de gente que busca encontrarse consigo mismo, que busca volver a sentirse ser humano.
Indirectamente en este blog, ya venimos defendiendo un tipo de turismo en este territorio donde las emociones, las historias, los valores, lo espiritual... sean el eje de vuestro paso por nuestro entorno. En el fondo estámos en un momento de cambio de sociedad, en un momento de transformación, en un cambio de planteamientos vitales y lógicamente todo eso se transmite en el turismo, que es una parte más de nuestra sociedad.
Por un lado el pasado fín de semana leía un articulo en el suplemento del El País, en donde se mostraban diferentes propuestas de casas en árboles que precisamente estaban enfocadas a dar ese servicio de dar cobijo a quienes quieren experimentar una vida sin atributos. En el vemos como algunas propuestas como TreeHotel, Cabanes als Arbres... dan la oportunidad de vivir experiencias, emociones, historias en alojamientos alejados de todo tipo de lujos e incluso algunos sin lúz ni electricidad. Todas ellas invitan a perderse en un paisaje precisamente para hallarse.
Por otro lado ayer estuve escuchando a Iñigo Doria, consultor turístico y que también lleva algún tiempo hablando y estudiando este turismo de IV generación. Nos explicó como hemos tenido varias revoluciones como el Neolítico, la revolución industrial, la sociedad de la información y ahora nos encontramos en la Dream Society. La sociedad de los sueños donde las emociones, las historias, los valores, lo espiritual, lo emocional es lo importante. Dejamos atrás el racionalismo, el confort material, la tecnología, el pragmatismo... para dar paso a otros planteamientos vitales.
Mucha gente urbana, que está todo el día hiperconectada, hiperactiva, sin tiempo para parar en el día a día, busca en su tiempo de ocio otro tipo de experiencias. Una de las ventajas que tiene el vivir en el mundo rural es precisamente ese contacto con la naturaleza, esa consciencia de los ciclos de la naturaleza que muchas veces en las grandes urbes perdemos por nuestra forma de vida. Debemos estar atentos a estas nuevas demandas que se estan produciendo y como ya hemos comentado otras veces en este blog, nuestro territorio tiene todas las condiciones para apostar por un turismo que ayude a nuestros visitantes a encontrarse consigo mismos.
Solo el ejemplo de las arquitecturas rupestres que nos rodean, en donde los anacoretas se retiraron en su momento para precisamente demostrarnos que la mayoria de los lujos no solo son innecesarios, sino que también son impedimentos para la elevación de la humanidad, nos demuestra que por ahí deben ir los tiros. Nuestro entorno tiene la ventaja de que esta sin tocar, de que no ha sufrido la explotación de otros destinos y hoy en día eso es su principal valor. De nosotros los habitantes y gestores del turismo depende que encontremos ese punto de equilibrio para que seamos un destino de turismo de IV generación que satisfaga las necesidades de toda esa gente que anda buscando encontrarse consigo mismo.